sábado, 30 de julio de 2011

"Tercerizados en discordia" - Limpieza y seguridad en Banco Ciudad

Un viejo refrán dice que si algo es amarillo, anda en dos patitas y dice “cuac!”, entonces seguro que es un pato. Nosotros en el Ciudad tenemos personas que entran todas las mañanas al Banco, trabajan en el Banco, son nuestros compañeros de todos los días… y no dicen “cuac”, es decir: no son legalmente trabajadores y trabajadoras bancarios.

Son los famosos “tercerizados”, es decir, trabajadores que desempeñan su labor en una empresa pero están en relación de dependencia con otra empresa, que provee de servicios a la primera. ¿Y por qué no eliminar el intermediario, por qué no incorporar a esos compañeros y compañeras a nuestro Banco? Porque esto implicaría un par de cosas. En primer lugar, dejar de lado los “kioscos” que muchas veces unen, de forma no muy transparente, a las empresas contratadoras y a las tercerizadas. En segundo lugar, trabajar con tercerizadas (que pagan una miseria y tienen a sus empleados totalmente precarizados, la mayoría de las veces con los famosos “contratos basura”) le ayuda a las patronales a dividirnos entre laburantes: cada uno reclama por condiciones de trabajo en lugares distintos, aunque hagan su tarea… en el mismo lugar. Además, está en el espíritu del empresario el buscar tener la menor cantidad de trabajadores posible, para evitar que sus reclamos sean masivos y para ahorrar costos. Lo de ahorrar costos, en el caso de las tercerizadas, no está tan claro, como veremos. Lo de “mantener” (como si fueran damas de beneficencia) una planta de menos empleados haciéndolos producir más, es el objetivo principal.




La idea de dar un espacio en la revista a esta problemática obedece a tratar de ir profundizando más nuestra conciencia sobre el flagelo de las tercerizaciones. Por eso, en este primer número nos interesa dejar plasmadas estas dos o tres generalidades y no profundizar más, para dar la voz a los compañeros y compañeras tercerizados. Para que puedan compartir con nosotros su experiencia de laburo y las consecuencias sobre su vida personal. Por obvias razones, conservaremos el anonimato de los entrevistados.

En primer lugar, conversamos con una compañera que se desempeña en el Banco cumpliendo tareas de limpieza. Se trata de una mujer que trabaja de lunes a viernes, como nosotros, pero con una jornada de más de ocho horas y media (recordemos que, por convenio, la jornada bancaria es de siete horas y media… ¡aunque muchas veces no se cumpla!). Por venir todos los días con nosotros al Banco y trabajar más horas, ¿cuánto cobra? “Gano $1800 por mes”, nos cuenta, en un país donde la canasta básica no baja de los 4 mil pesos. Aclara que le gusta trabajar con nosotros (“los compañeros trabajan mucho y tengo un buen concepto de la mayoría de la gente”), y no duda a la hora de responder qué cambiaría de su empleo: “¡El sueldo!”

Entrevistamos a otro compañero tercerizado, que se desempeña en el Banco como guardia de seguridad. Su situación es mucho más apremiante que la de la compañera que recién entrevistamos: trabaja en una “cooperativa trucha”, las tercerizadas más explotadoras de todas. No se trata de empresas cooperativas fundadas por laburantes sin patrón, sino de la avivada de algunos que buscan beneficiarse de ciertas facilidades que la ley les da a los cooperativistas. El compañero trabaja por $11.80 la hora, y las matemáticas son crudas: “Si yo quisiera ganar $5000, que es lo que se necesita para mantener un hogar, tengo que trabajar 456 horas por mes. Si hacés la cuenta, son más de 15 horas diarias, de lunes a lunes, sin fines de semana ni feriados”. En cuanto a beneficios y cobertura, el panorama es desolador: no cobran aguinaldo, y deben pagarse ellos mismos el monotributo, todos los meses. Obviamente, un nivel de explotación semejante durante las horas de trabajo no puede menos que alterar toda la vida del compañero, especialmente sus horas para el esparcimiento y el tiempo libre: “Hace dos años que no salgo de vacaciones. Para poder salir debo juntar plata durante varios meses, porque los días que no trabajamos, no cobramos”.

Otro compañero de la misma “cooperativa trucha” nos ofrece esta información: “El Banco le paga a la “cooperativa” la suma de $48,50 por cada hora de trabajo de un guardia de seguridad. La “cooperativa” a nosotros, por esa misma hora, nos da $11.80”.

La palabra la tienen los compañeros y compañeras tercerizados. Las cifras son elocuentes. No creemos que haga falta agregar nada más por hoy.



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