miércoles, 11 de enero de 2012

Tercerizados en discordia, vol. 4

Seguimos con esta sección que busca tomar la voz de nuestros compañeros y compañeras tercerizados. Compañeros que todos los días trabajan a la par nuestra, pero no cuentan con los mismos derechos que nosotros, y se hallan en una situación de mucha mayor debilidad a la hora de luchar por esas reivindicaciones.

Pensamos que escucharlos y difundir sus problemáticas, puede ser un buen primer paso para ir trazando caminos de unidad, de conciencia colectiva y de solidaridad. Para que estos compañeros y compañeras puedan algún día ser reconocidos contractualmente por lo que son, esto es: trabajadores bancarios.

En esta ocasión, entrevistamos a un joven laburante de seguridad. Veamos qué tiene para decirnos.



¿Para que empresa trabajas?

Para una “cooperativa trucha”, Lince Seguridad.

¿Cómo es tu sueldo?

Me pagan mensualmente, pero al ser una “cooperativa trucha” es muy bajo el salario. Además, somos monotributistas. Yo cobro aproximadamente $2600 por mes, pero eso puede variar de acuerdo a la cantidad de horas trabajadas.

¿Como son las condiciones de trabajo? ¿Cuántos días laburás, qué horario cumplís…?

Son 10 horas por día, y si querés hacer una mayor diferencia, podés trabajar sábados y domingo 12 horas. Ahí sumás un poco más de plata, pero no tanta porque te la pagan como hora normal, no como hora extra. Por otra parte, al figurar como monotributistas podemos trabajar cualquier cantidad de horas sin cuidar nuestra salud, cosa que no podríamos hacer de estar en relación de dependencia.

En los bancos, los empleados de planta permanente solemos laburar muchas horas, pero en el caso de los tercerizados esta realidad siempre es más grave. ¿Cómo repercute tu actual trabajo en tu tiempo libre?

Mirá, en todos los años que vengo laburando para la “cooperativa trucha”, mucho tiempo libre no tengo. Vos pensá que de lunes a viernes trabajo 10 horas; y que tengo que trabajar también los fines de semana si quiero ver una diferencia de dinero en mi sueldo. Así que mucho tiempo libre no me queda, en realidad…

¿Como es tu relación con los bancarios de planta permanente?

Bien… yo hace un par de años que trabajo en bancos con la “cooperativa”. Tuve siempre la mejor relación, nunca tuve problemas, más allá de algún compañero con el que hubiera mejor o peor onda desde lo personal.

¿Qué cambiarias de tu trabajo?

Primero que nada, no trabajar tantas horas. Nosotros al ser monotributistas no estamos (en teoría) obligados por la empresa, pero igual laburamos muchísimas horas. Lo tenemos que hacer porque se paga muy poca plata por hora de trabajo, entonces estamos todo el día. Yo tengo 2 hs desde mi casa al banco, así que ida y vuelta son 4 por día. Sumale las 10 que laburo y son 14hs diarias que se me van en el trabajo.
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Notas sobre los delegados de base I: su rol y su importancia

Hace unos años teníamos que elegir un delegado en la sucursal. Empezamos a barajar los nombres de quienes podrían ser elegidos, pero de pronto tuvimos la sorpresa de que ya lo habían “elegido”: el jefe andaba con la planilla juntando firmas, y lo peor es que los compañeros/as firmaban. ¿Por qué fulano? Porque le gusta la política, porque ya fue delegado en otra oportunidad, porque no hay otro que se ofrezca, porque lo conozco de años, etc…

Nadie más quería ser elegido. A muchos les pareció que de nada iba a servir un delegado, no nos iba a solucionar los problemas. O la clásica: “van a discutir y a perder el tiempo”. Así fue como, tal vez sin pensarlo, fulano llenó su orgullo en base al desinterés de los compañeros, desviando la esencia de una herramienta que fue concebida como una forma de organización de los trabajadores para poder hacer frente a las adversidades que aparecen en los ámbitos laborales.

El que calla, otorga. Aunque tu queja individual sea escuchada por todos, sin la participación del conjunto nada se puede llevar a cabo. Para ello hay que hacerse cargo del problema, debatiendo, discutiendo, proponiendo. Pero para expresar nuestra idea, nuestras palabras, necesitamos que alguien la lleve a su destinatario, alguien que nos represente a nosotros, a nuestra manera de entender las cosas. Alguien en quien veamos la vocación de acompañarnos en este terreno, que pueda aclarar nuestras dudas, que pueda ocuparse de los diferentes problemas para poder articularlos en el marco del quehacer grupal, que sea un protagonista en los momentos de conflicto, que su comunicación sea fluida con los distintos compañeros, que lleve nuestra voz y nuestra decisión tal como la expresa el conjunto.

Quizás ninguno de nosotros reunamos todas las condiciones, pero no por ello vamos a ceder el terreno, habrá que seguir trabajando en conjunto para desarrollar respuestas, habrá que ayudar, colaborar y respaldar a nuestro compañero delegado. Que haya sigo  elegido no supone que todo ahora es un tema de él, sino que sigue siendo el nuestro, el de todos, su rol deriva de nuestra confianza, de un mandato que el grupo apoya y orienta en una dirección.

Tener un delegado supone un compromiso, no una formalidad. Es el emergente de una decisión grupal de organizarse y de tener un referente que lleve las resoluciones del conjunto de compañeros. Que pueda plantarse frente a la administración, como también llevar nuestra voz ante nuestros representantes gremiales.

La imposición y la proscripción son las armas de quienes nada tienen que ver con el conjunto de trabajadores, son quienes dividen buscando un beneficio personal o de algún grupo contrario a nuestros intereses colectivos. Votemos libremente delegados de base, nada ni nadie nos lo prohíbe. Caminemos junto a ellos: su camino es el nuestro. No lo abandonemos, su militancia es un aporte fundamental para todas nuestras luchas.
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Memoria sindical hoy: Entrevista con el historiador Omar Acha (Segunda parte)



“Fueron la unidad y la movilización las que 
llevaron a los bancarios a ese gran triunfo en la huelga de 1958”




Nadie nace de un repollo. Todos nosotros tenemos, como individuos y como grupo, una historia que nos hace ser quien somos. Un origen al cual remitirnos para buscar explicaciones del presente y lecciones para el futuro. De esta necesidad de bucear en nuestra historia (y nuestras historias) como laburantes, nació esta sección de la revista. Para esta entrega, nos acercamos a conversar con el historiador Omar Acha, que ha publicado diversos trabajos sobre el gremio bancario, su historia y sus luchas.




Nos contabas que llegaste al estudio del gremio bancario a partir del estudio del peronismo. ¿Qué contradicciones, qué influencias mutuas encontraste entre el gremio bancario y el peronismo como movimiento?

Lo que sucede con el peronismo es el crecimiento a nivel nacional de la Asociación Bancaria. Fundada en 1924, tenía sede en las grandes ciudades de la Argentina, pero a partir del 45 pasa a tener una cobertura territorial más nacional, el sindicato se hace mas fuerte y llega con sedes a todos lados. Y pasa a tener mucha mayor unidad, porque lo que hace el peronismo es nacionalizar los bancos. Si bien seguían existiendo los bancos privados, sus fondos están regulados por el Banco Central. Entonces, en cierto modo, todos los bancos están nacionalizados, y todos los empleados pasan a tener una cobertura y una perspectiva más nacional. Esto tendrá una asociación muy fuerte con la dinámica que va a tener el peronismo en su vocación de “peronizar” el conjunto del movimiento obrero. La Bancaria no es la excepción, aunque a nivel de la militancia de base, en los lugares de trabajo, persisten distintas identidades ideológicas: radicales, comunistas, socialistas, etc.
Por otra parte, durante el primer peronismo los aumentos salariales para los bancarios son mucho menores que en otros gremios, lo que produce un malestar en las bases de un sindicato que, sin embargo, es oficialista. Así se llegan a producir dos huelgas muy importantes, la del 48 y la del 50. Esto nos habla de un gremio muy inestable, que no pudo ser “peronizado” del todo en esa época. Va a ser uno de esos gremios con una lucha interna muy fuerte, y eso perdura hasta hoy. Uno ve al gremio bancario a lo largo de su historia, y no ve una unidad compacta en torno a un liderazgo y una ideología.


En tu libro hablás de que a partir de 1955 comienza a haber una mayor afinidad entre los bancarios peronistas y los no peronistas. ¿A qué se debe esto?

Lo que todos comprenden poco después de la caída del peronismo es que el gobierno militar era peor, que no venia a ofrecer ninguna alternativa real. Por otra parte, los trabajadores del gremio siguen manteniendo una solidaridad de clase, y están en contra de que expulsen a los trabajadores peronistas. Ellos piden que se incorpore a los compañeros despedidos durante el peronismo (luego de la huelga de 1950) pero también de los despedidos durante la dictadura de la “Libertadora”. Ahí persiste una solidaridad, prevalece una identidad de clase por sobre las divergencias ideológicas. Y después, a medida que las demandas salariales se incrementen y el gobierno militar entre en crisis, vuelve a producirse esa unidad y esa movilización que los va a llevar a un gran triunfo en la huelga de 1958.


Algo que leimos en tu libro y nos resultó muy impactante, fue la militarización de los bancarios durante esa huelga. Los movilizaban a distintos regimientos y después volvían rapados al barrio, al laburo, y eran recibidos como héroes. ¿Te encontraste con otros episodios de estas características durante tu investigación?

Bueno, todos los bancarios a los que entreviste (entreviste bancarias también, pero ellas no fueron militarizadas porque la colimba era sólo para hombres) recuerdan de una manera muy viva la capacidad que tuvieron para ocupar las calles, combatir con la policía, armar piquetes, eludir la represión, imprimir volantes, la capacidad de autoorganización y movilización, la construcción de distintos comités de huelga con sus respectivos suplentes (porque los titulares caían en cana enseguida). Éstas eran practicas que ellos no inventaron, sino que tomaron de las experiencias de lucha de la clase trabajadora y que a todos impacto mucho viniendo de este gremio.

Lo que también aparece en tu relato es el rol de los almaceneros, que le fiaban a los bancarios durante la huelga…

Esa era una práctica muy tradicional de la clase trabajadora. Ya desde la época de las huelgas anarquistas, socialistas. Fundamentalmente, porque en el barrio los que le compraban al almacenero eran los trabajadores, con lo cual ese comerciante tenía interés en que esos trabajadores no sólo siguieran empleados sino que también ganaran más. Entonces, se daba un proceso de solidaridad que excedía a la lucha de clases más tradicional para incorporar también a todas esas formas de sociabilidad más barrial.



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ACHA x ACHA

“Soy historiador y docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y uno de los temas que más me interesaron desde siempre es la cuestión del peronismo, por la importancia que tiene este fenómeno a la hora de actuar y hacer política. Yo trabajé mucho alrededor de mi interés por cómo se forman las lealtades populares en torno al peronismo, y en esas investigaciones empecé a trabajar la relación entre movimiento obrero y peronismo, un tema que había estado muy poco analizado después del retorno de la democracia.”
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Un pueblo educado... ¡Jamás será cagado!

Como venimos viendo en los últimos meses, los estudiantes secundarios, universitarios, profesores y trabajadores chilenos han hecho casi de todo por su reclamo: “Un proyecto educativo, gratuito, de calidad y al servicio del pueblo”.

Se han manifestado en las calles de Santiago de Chile una y otra vez. Marchas, besos, música, danza, huelgas de hambre, cacerolazos, tomas de secundarios y universidades, paros nacionales, represión brutal de carabineros, detenidos y hasta un muerto tiene ya esta lucha que si bien tiene un estallido en este año 2011, viene siendo pensada desde mucho antes.

En el año 1981 el dictador Augusto Pinochet reformó el sistema educativo eliminando la educación terciaria gratuita, a partir de entonces el 25% del sistema educativo esta financiado por el estado, el restante 75% depende de los aportes de los estudiantes. La gratuidad educativa solo está garantizada en el nivel básico, a partir del secundario las escuelas pueden cobrar cuota.  Los alumnos que no tengan el dinero para pagar sus estudios deben pedir créditos ya sean estatales o bancarios y obtener deudas que les lleva años poder pagar.

Si bien el presidente Sebastián Piñera, en la campaña que lo llevó a la Presidencia, se había manifestado en contra del actual sistema educativo e hizo un llamado a los jóvenes pidiendo que luchen por sus derechos, parece haber cambiado rotundamente de idea ya que no existe la decisión política para terminar con la educación de mercado donde acceden a calidad aquellos que puedan pagarla.

Terminar con este sistema para el pueblo chileno no solo es consolidar un derecho  ya obtenido. Es terminar también con una ley que un dictador puso en marcha para poder controlar más y mejor al conjunto de la sociedad. Un pueblo sin educación es un pueblo que tiene pocas posibilidades de elegir, evolucionar y ser libre.

En Buenos Aires los docentes porteños se encuentran actualmente en lucha frente a los funcionarios del gobierno de la Ciudad, ya que estos quieren eliminar las juntas de clasificación. Con 7 votos a favor, el PRO impuso su proyecto en el plenario de las comisiones de Educación y de Legislación del Trabajo. De esta manera se dio dictamen al proyecto que prevé reemplazar a las 15 juntas de clasificación docente por una oficina a cargo del Ejecutivo porteño y la anulación de 33 artículos del estatuto docente. Este proyecto no solo ataca a la forma de designación de los docentes y sus representares si no que es un  ataque directo a la educación publica.

Cabe destacar que estas juntas funcionan desde el retorno de la democracia y permiten que los docentes más y mejor capacitados accedan a cargos o ascensos.

Desde ambos lados de la cordillera luchamos, porque la única batalla que se pierde es la que se abandona, y aún hay vida en nuestros sueños…
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La Bancaria - Novela web (capítulo 4)


Ágata, una sencilla mujer empleada de un banco, se ve enredada en un misterioso caso de una cuenta en dólares que aparece repentinamente. Empantanada en los oscuros pasillos de la burocracia bancaria, intenta poner luz a un caso que hace peligrar su vida




Capitulo IV "La muerte"


Caminaba por Florida y recordaba con gracia la escena del sótano. Se habían hecho las ocho de la noche, entre la llegada de la policía, las declaraciones, el informe en casa central, solo tenía ganas de comerse una buena hamburguesa e irse casa. Había sido un día largo. Miraba las vidrieras de Falabella cuando se dio cuenta a través del vidrio que a lo lejos un hombre la observaba. Tenía un radar para la mirada masculina. Hizo de cuenta que no lo vio, pues no era de gran encanto, sino más bien un morocho, gordo, de remera roja medio gastada, que fumaba apoyado simulando mirar la vidriera, pero era evidente que la estaba observando. Se sintió intimidada y camino rápidamente hacia la boca de subte. Se colgó los auriculares y musicalizó la escena subterránea con una de Black Eyed Peas. Por lo general la gente se conglomera alrededor de las puertas, pero esta vez extrañamente el vagón estaba casi vacío y pudo encontrar asiento. El clima subterráneo la llevo a pensar en la muerte. No como algo personal, sino más bien en torno a los secretos que se llevan los difuntos y que nadie puede develar. Quizás el tiempo esclarece alguna vaga idea, pero nunca lo hace con certeza. El rencor de los vivos por haber dejado preguntas sin contestar y rastros de un ser oculto, desconocido hasta entonces, que se vuelve inaccesible a partir de la muerte. El misterio de los secretos personales, que comienzan a develarse a partir del momento de revolver las pertenencias de alguien que ha dejado de existir. Los libros, los cuadernos de escritura, las cartas, las fotos, la ropa, los discos, los cuadros. Objetos que por alguna razón están ahí, porque casi todas las pertenencias tienen una explicación emotiva. Todo lo que se guarda tiene un sentido de existencia, un valor personal que solo su dueño puede explicar. Recordó a su abuela Rita y el dolor que le produjo encontrar sus propias cartas guardadas en un cajón, luego de la inesperada muerte que la encontró joven y hermosa con 60 años de edad. Rita era la forma en que ella la llamaba secretamente, porque tenía un estilo muy sensual que le recordaba a Rita Hayworth. Su abuela odiaba que la llame así, porque en verdad era muy elegante y Rita le parecía un nombre vulgar. Pero se divertía con la idea de ser parecida a la Hayworth y entonces no le decía nada.

El subte abrió sus puertas en la estación Los Incas, el altoparlante indica final del recorrido. Las dos personas que estaban con Ágata en el vagón se acomodan para salir. Afuera una noche densa anunciaba lluvia. Ágata entró al departamento y cayó rendida en la cama. Activó el despertador, se desnudó y se mezcló entre las sábanas. Sonó el teléfono cuando ella entraba en el primer sueño. Le costó darse cuenta que la chicharra no pertenecía al mundo onírico y que estaba sonando hacía unos cuantos minutos. Manoteó el inalámbrico y con la mejor voz que pudo respondió:

Ágata: ¿Si?

Juan Esteban: Hola… perdón, estás despierta? Disculpame que te llame a esta hora.

Ágata: ¡¿Quién habla?!

Juan Esteban: Ay, perdóname, Juan habla, es que me quede pensando hoy… pensé que estarías despierta y te quería preguntar… ¿Querés que te llame en otro momento?

Ágata: Ah Juani! ¿Cómo estás? No, todo bien, es que tuve un día fatal hoy… mmm… (Bosteza).

Juan Esteban: Bueno, mira te quería preguntar si habías averiguado algo, en verdad te quería invitar a comer, por la buena onda que tuviste y de paso charlamos y nos ponemos al día, fue raro encontrarnos, no se… si querés te llamo otro día y hablamos mejor.

Ágata sonríe por dentro.

Ágata: Si te cuento lo que me pasó hoy averiguando! Pero da para contártelo en la cena. No pude averiguar mucho todavía, pero ya iremos avanzando, no te preocupes, el tiempo dirá, tomátelo con calma.  

Juan Esteban titubea, se queda en silencio.

Juan Esteban: Si, claro… Es que yo estoy un poco apurado… Pero mejor lo hablamos en la cena. ¿Cuándo cenamos? ¿Cuándo tenés una noche libre?

Ágata: ¿Por qué estás tan apurado?

Juan Esteban: (Silencio) Porque tengo cosas que resolver, y los plazos se van venciendo, porque hace bastante que estoy con esta historia y ahora que estoy cerca… No quiero dejar que otra vez se pudra.

Ágata: ¿Otra vez? ¿Cómo otra vez?

Juan Esteban: No, si, es que, viste que te conté que en otra oportunidad yo me acerque al Banco y pensé que todo iba a ser muy fácil y al final me dijeron que no. Por eso te digo. Pero bueno, lo hablamos después. ¿Te parece que nos veamos el jueves, estás libre?

Ágata: Dale Juani, quedamos para el jueves.

Juan Esteban: Bueno linda, te dejo seguir durmiendo, nos hablamos.
Ágata: Buenas noches, hasta el jueves, si se algo antes te llamo. Besos.

Cortó el teléfono y entre satisfecha y confundida volvió a buscar el hueco en la almohada.
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La salud no se vende ni se delega, se defiende

Cuando los trabajadores hablamos de salud no podemos dejar de nombrar a sus principales enemigos, que son la flexibilización y precariedad laboral.

En el Banco Ciudad venimos sufriendo como nunca antes estos atropellos que empeoran cada vez más nuestra calidad de vida. Notamos en las distintas sucursales y sectores centralizados la falta de estructuras y condiciones en el medio ambiente de trabajo, el presentismo como impuesto a la salud, el exceso en la carga horaria (debido a la falta de personal), el moobing, el maltrato de los gerentes (sobretodo en los días de paro), la discriminación (inclusive para sacar préstamos), la polivalencia (mayor responsabilidad y mas tareas pero con el mismo salario), el achique de sectores e inestabilidad laboral (Pignoraticio). La consecuencia visible e inmediata de estos atropellos es el incremento de los niveles de riesgo tanto de índole física, psicosocial y ambiental.

Estos mecanismos de explotación de la fuerza de trabajo tienen como único fin maximizar las ganancias de la empresa, en el menor tiempo posible. Sin importar los costes en salud o vida humana.

Para lograr superar esto, lo fundamental es atacar el problema de raíz, luchando contra la precarización para que todos los trabajadores en el banco tengamos los derechos que nos corresponden como clase. Sin clase trabajadora organizada y conciente es imposible llevar a cabo alguna lucha. Es fundamental, entre otras cosas, un plenario de delegados fuerte, y por suerte en nuestro banco cada vez son mas los delegados que se van acercando, demostrando que la democracia y la libertad sindical son posibles y necesarias.

Otra problemática que atenta contra nuestra salud es la vigente y nefasta Ley de Riesgos del Trabajo, producto de las políticas neoliberales de la década del 90', en donde las ART (Aseguradoras del Riesgo de Trabajo) hacen que hoy la salud sea una cuestión de mercado y no un derecho social. ¿Por qué decimos esto? Porque gracias a la enfermedad y muerte en el trabajo las aseguradoras están más preocupadas por la obtención de beneficios que por la salud de los trabajadores. De esta manera transformaron la salud laboral en un gran negociado. Esta ley privatizó el sistema de accidentes y enfermedades profesionales estableciendo un seguro obligatorio en beneficio de bancos y compañías aseguradoras con obvios fines de lucro.

Es imprescindible, para nosotros los trabajadores, pelear por la derogación de esta ley y bregar por un sistema público universal de atención a la salud y que los reconocimientos médicos se desarrollen y centralicen en hospitales de las localidades. Colectivamente debemos organizarnos y pelear por una ley que ponga en foco la prevención y la reparación integral. Y no en el daño realizado, como la ley actual.


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Editorial # 4

Desde esta revista queremos pedirle disculpas a la actual Administración del Banco Ciudad: mil perdones por expresarnos libremente.

Hace pocos días, fue bloqueado el correo electrónico interno de un compañero que forma parte el colectivo editorial de Preso en mi Ciudad, sólo por hacer circular consignas y frases que pensamos entre quienes integramos la revista, en el marco del actual plan de lucha.

Aparentemente, tratar de difundir nuestras ideas y construir conciencia junto con los compañeros y compañeras del Banco es una falta gravísima.

No podrán decir, entonces, que no nos gusta reincidir. No nos olvidamos del scoring, ni de los descuentos que intentan hacer por los días de paro, ni de las restricciones a los préstamos. Si estos no son mecanismos de apriete y disciplinamiento, ¿qué son?

Acá, adentro del Banco, seguimos siendo un colectivo laboral. Ellos se van a ir algún día, esperemos que cercano. Nosotros vamos a quedar por años dentro de la institución. Cambiando de sector, de sucursal, de oficina, pero siempre compartiendo la jornada y la vida con nuestros compañeros. Compañeros con los que permanentemente se nos trata de enemistar a cambio de migajas.

Creemos que lo dicho, sumado a los materiales que conforman este cuarto número de Preso en mi Ciudad, hablan por sí sólos. Y nos gusta pensar que hablan y dicen bastante. Simplemente queremos cerrar este editorial citando uno de los mensajes que difundimos por el mail interno:

“Cuando el que manda pierde la vergüenza, el que obedece pierde el respeto”
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