Desde esta revista queremos pedirle disculpas a la actual Administración del Banco Ciudad: mil perdones por expresarnos libremente.
Hace pocos días, fue bloqueado el correo electrónico interno de un compañero que forma parte el colectivo editorial de Preso en mi Ciudad, sólo por hacer circular consignas y frases que pensamos entre quienes integramos la revista, en el marco del actual plan de lucha.
Aparentemente, tratar de difundir nuestras ideas y construir conciencia junto con los compañeros y compañeras del Banco es una falta gravísima.
No podrán decir, entonces, que no nos gusta reincidir. No nos olvidamos del scoring, ni de los descuentos que intentan hacer por los días de paro, ni de las restricciones a los préstamos. Si estos no son mecanismos de apriete y disciplinamiento, ¿qué son?
Acá, adentro del Banco, seguimos siendo un colectivo laboral. Ellos se van a ir algún día, esperemos que cercano. Nosotros vamos a quedar por años dentro de la institución. Cambiando de sector, de sucursal, de oficina, pero siempre compartiendo la jornada y la vida con nuestros compañeros. Compañeros con los que permanentemente se nos trata de enemistar a cambio de migajas.
Creemos que lo dicho, sumado a los materiales que conforman este cuarto número de Preso en mi Ciudad, hablan por sí sólos. Y nos gusta pensar que hablan y dicen bastante. Simplemente queremos cerrar este editorial citando uno de los mensajes que difundimos por el mail interno:
“Cuando el que manda pierde la vergüenza, el que obedece pierde el respeto”
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