miércoles, 11 de enero de 2012

La salud no se vende ni se delega, se defiende

Cuando los trabajadores hablamos de salud no podemos dejar de nombrar a sus principales enemigos, que son la flexibilización y precariedad laboral.

En el Banco Ciudad venimos sufriendo como nunca antes estos atropellos que empeoran cada vez más nuestra calidad de vida. Notamos en las distintas sucursales y sectores centralizados la falta de estructuras y condiciones en el medio ambiente de trabajo, el presentismo como impuesto a la salud, el exceso en la carga horaria (debido a la falta de personal), el moobing, el maltrato de los gerentes (sobretodo en los días de paro), la discriminación (inclusive para sacar préstamos), la polivalencia (mayor responsabilidad y mas tareas pero con el mismo salario), el achique de sectores e inestabilidad laboral (Pignoraticio). La consecuencia visible e inmediata de estos atropellos es el incremento de los niveles de riesgo tanto de índole física, psicosocial y ambiental.

Estos mecanismos de explotación de la fuerza de trabajo tienen como único fin maximizar las ganancias de la empresa, en el menor tiempo posible. Sin importar los costes en salud o vida humana.

Para lograr superar esto, lo fundamental es atacar el problema de raíz, luchando contra la precarización para que todos los trabajadores en el banco tengamos los derechos que nos corresponden como clase. Sin clase trabajadora organizada y conciente es imposible llevar a cabo alguna lucha. Es fundamental, entre otras cosas, un plenario de delegados fuerte, y por suerte en nuestro banco cada vez son mas los delegados que se van acercando, demostrando que la democracia y la libertad sindical son posibles y necesarias.

Otra problemática que atenta contra nuestra salud es la vigente y nefasta Ley de Riesgos del Trabajo, producto de las políticas neoliberales de la década del 90', en donde las ART (Aseguradoras del Riesgo de Trabajo) hacen que hoy la salud sea una cuestión de mercado y no un derecho social. ¿Por qué decimos esto? Porque gracias a la enfermedad y muerte en el trabajo las aseguradoras están más preocupadas por la obtención de beneficios que por la salud de los trabajadores. De esta manera transformaron la salud laboral en un gran negociado. Esta ley privatizó el sistema de accidentes y enfermedades profesionales estableciendo un seguro obligatorio en beneficio de bancos y compañías aseguradoras con obvios fines de lucro.

Es imprescindible, para nosotros los trabajadores, pelear por la derogación de esta ley y bregar por un sistema público universal de atención a la salud y que los reconocimientos médicos se desarrollen y centralicen en hospitales de las localidades. Colectivamente debemos organizarnos y pelear por una ley que ponga en foco la prevención y la reparación integral. Y no en el daño realizado, como la ley actual.


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