miércoles, 8 de febrero de 2012

Medicina laboral: el silencio... ¿es salud?



¿Cuál es el rol del médico laboral? Podríamos decir que es cuidar la salud de los trabajadores de una determinada empresa. Y, como parte de esa tarea, contener, prevenir y resolver situaciones de riesgo para éstos.

Los últimos tiempos estuvieron signados de presiones. Hacer el trabajo de dos personas, almorzar a los apurones o no hacerlo, discutir con el público cuando nos tenemos que negar a gestionarles trámites que siempre hicieron en nuestro banco, son obstáculos que se interponen en un buen desarrollo de nuestras capacidades físicas e intelectuales.

Las frustraciones de las expectativas laborales, cuando son injustas, producen cuadros de stress en los trabajadores. A quienes nos esforzamos para mejorar nuestra situación laboral, no nos es indiferente la falta de reconocimiento. Más aún,  cuando esta frustración responde a causas injustas o violentas, como puede ser la discriminación (sumarios injustos, mujeres que no tienen la posibilidad de ascender por tener hijos) o el ascenso de personas por cuestiones personales antes que laborales.

Las patologías más comunes que se presentan entre los trabajadores bancarios son: el estrés profesional el cual es causante de otros trastornos, de tipo dermatológicos, gastrointestinales y del sistema nervioso (insomnio, falta de concentración); problemas ergonómicos que tienen que ver con la relación física entre las personas y sus herramientas de trabajo (sillas, escritorios, pcs) los cuales conllevan problemas de salud sobre todo en la parte baja de la espalda y en las muñecas o manos.

También son muy comunes los problemas de visión provocados por la permanencia durante horas y horas frente al monitor; el impacto del medio ambiente laboral (iluminación del lugar de trabajo, la corriente de aire que circule, aires acondicionados, etc).

En todas las sucursales, la visión que tenemos del exterior es nula. Y las reformas de los últimos meses contribuyen a empeorar la situación. Entre las cajas, incluso se colocaron adhesivos esmerilados que nos incomunican con el compañero de al lado. A la larga, estas cuestiones traen aparejados problemas de salud, ya sea respiratorios, de visión, o psicológicos de tipo depresivo, debido al aislamiento de la persona con el exterior, etc.

Por último, vamos a nombrar los hábitos personales, refiriéndonos al tabaquismo, la mala alimentación, etc. Si bien en nuestra entidad se llevo a cabo una campaña muy fuerte contra el tabaquismo, la sensación que nos queda después de eso es solo una persecución hacia nuestros hábitos privados, sin ningún tipo de tratamiento como apoyo al desprendimiento de ésta adicción. Por otro lado, en muchas sucursales se dejó de respetar el horario de almuerzo pasando este momento al término de la atención al público, haciéndolo en pocos minutos o bien dejando de almorzar directamente. También se consumen grandes cantidades de café y alimentos poco nutritivos.

Nuestra realidad cotidiana nos muestra muchos ejemplos de compañeros afectados por patologías psicológicas ataques de pánico, depresión, maltrato al público, automedicación de psicofármacos, etc) donde los responsables de medicina laboral no sólo no prestan la contención y el seguimiento del cual son responsables, sino que obstruyen un buen diagnostico de los compañeros cuestionando muchas veces los certificados de nuestros médicos de cabecera, negándose a justificarnos los días o bien, sugiriéndonos que tomemos "alguna pastillita para calmarnos" (esta tarea parece exclusiva de la trabajadora social que nos recibe cuando tenemos algún "problemita").

Si bien cada trabajo conlleva sus prácticas específicas, atender al público en una entidad financiera no es de los más relajantes. El empleador debe velar por la prevención de enfermedades, tratando de evitar construir un ambiente o situación laboral estresante. Y, en caso de no lograrlo, reparar los daños.

El criterio médico queda bastante enclenque, cuando la responsable de medicina laboral, se limita a llamar a una ambulancia desde su escritorio sin actuar activamente ante un ataque de pánico de un compañero en plena atención al público. Muchas veces se nos responde que vayamos a trabajar cuando estamos incapacitados de hacerlo ante un cuadro de depresión o angustia, o bien cuando tenemos un diagnóstico clínico desfavorable. Son muchísimas las veces que se desoyen nuestras alertas.

No es casualidad el mayor numero de faltas por enfermedad que estamos viendo a nuestro alrededor. Sin ir mas lejos, algunos compañeros llegaron al suicidio. ¿Cómo sabemos si éstas situaciones no eran evitables?

Se impone mayor ética ante ésta falta de contención, seguimiento y responsabilidades. Nuestra salud esta siendo claramente afectada cuando nos vemos haciendo el trabajo de varios, peleando por nuestros derechos sin más respuesta que la burla o el descuento en nuestros salarios, forzando nuestras facultades corporales cuando no cumplimos horarios de alimentación, etc.

Desde nuestro lugar debemos exigir que se nos cuide y ser solidarios con nuestros compañeros cuando tienen algún problema de salud. Callarnos no es la opción, debemos escuchar a nuestros cuerpos y estar alertas a lo que precisamos para sentirnos bien, saludables y tranquilos con nuestro proceder hacia los demás y hacia nosotros mismos. La salud es uno de los derechos primordiales que tenemos como trabajadores, más allá de nuestra actitud personal, se hace necesario exigir una actitud más responsable y humana, tanto por parte de nuestros empleadores directos, como del sector de medicina laboral.


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A diez años de las persianas metálicas: 19 y 20 de diciembre



Hace apenas unas semanas, se cumplieron diez años de esos días desgarradores para la historia de nuestro país, una tocada de fondo que fue inevitable luego de los procesos que lastimosamente se antecedieron a esta llamada “crisis del 2001”. Si acudimos al diccionario, nos encontramos con que “crisis” significa “mutación importante en el desarrollo de procesos, ya sea en el orden físico, histórico o espiritual”. Ojalá algo de esto haya sucedido, ya que aquel estallido fue el resultado de un modelo económico que empobreció a las mayorías y de un ejercicio de la política que solo favoreció a los intereses de los sectores mas concentrados de poder. 
Las medidas tomadas por Domingo Cavallo, en ese entonces ministro de economía, padre de la mentirosa convertibilidad, dieron rienda a días de locura e incertidumbre.
El primer día de aquel mes de diciembre se anuncia el “corralito financiero”, una barrera que el Estado crea para proteger a las patronales bancarias, y por supuesto que la crisis la paguemos los mismos de siempre: nosotros. Los bancos no cumplieron con un pacto establecido, y quienes debían comunicarle a la gente que no podían disponer de su dinero libremente, también éramos nosotros.
Los trabajadores bancarios no solo debimos soportar el corralito: también tuvimos pésimas condiciones de trabajo, horarios extendidos y altos índices de stress y problemas psicológicos.
Pero nada se compara con aquellas personas que perdieron la vida por no poder retirar su dinero de un banco y no poder realizarse una operación, o aquellos 30 y pico de compañeros que dejaron sus vidas ahí  en las calles, resultado de la represión violenta que la Policía Federal ejerció luego de que el entonces presidente Fernando De La Rúa decretara el estado de sitio.
Lo hecho por la policía el 20 de diciembre es verdaderamente vergonzoso, hasta intentaron reprimir a las Madres de Plaza de Mayo. Entre los comisarios a cargo del triste operativo encontramos al “Fino” Palacios, aquel que Macri pretendió imponer como Jefe de la Policía Metropolitana.                                                
Sin dudas, entre lo más genuino de aquellos días estuvo en la respuesta popular ante el mensaje presidencial emitido en Cadena Nacional, saliendo masivamente a gritar bien fuerte y claro que “El Estado de Sitio / ¡se lo meten en el culo!”; como también en la creación de las Asambleas Barriales o Populares, y de diversas formas de organización desde abajo que aún perduran y se siguen organizando y participando en la gesta de un verdadero cambio social.
Fueron días de luces y sombras. Y de fuerte inestabilidad política. Primero renuncia el ministro de Economía. Luego el Presidente de la Nación. A continuación, cinco presidentes en una semana. Default y crisis financiera. Y como final, el principio de otro problema: Duhalde presidente.


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Memoria sindical hoy: Entrevista con el historiador Omar Acha (Última parte)



Fue la capacidad de lucha de los bancarios la que explica la gran cantidad de desaparecidos que hubo en el gremio





De la necesidad de bucear en nuestra historia (y nuestras historias) como laburantes, nació esta sección de la revista. En este caso, para cerrar nuestra charla con el  historiador Omar Acha, autor del libro Las huelgas bancarias de Perón a Frondizi, publicado en 2008.



En tu libro vos marcás que en las huelgas bancarias de 1958 y 1959, hay un mayor protagonismo tanto de los jóvenes como de las mujeres. ¿Por qué creés que se dio en ese momento?

En el caso de las mujeres, eran una presencia relativamente nueva en el gremio, que va creciendo partir de la década del ´50. Creo que esto se relaciona con el crecimiento de la mecanización del trabajo (en las actividades administrativas sobre todo). Mostraron una gran combatividad. En el caso de los jóvenes, creo que tiene que ver con que tenían poco que perder. Era una Argentina de pleno empleo, si uno quedaba desocupado, en quince días o en un mes podía conseguir otro trabajo relativamente bien pago, no como hoy. Muchos de ellos estaban estudiando, entonces además tenían una contención por ese lado. Los trabajadores ya adultos, tenían que mantener una familia, para ellos era más complicado. Eso les dio a los jóvenes la posibilidad de un activismo mucho más arriesgado. Otros protagonistas fueron esos activistas, fundamentalmente de izquierda, que fueron en su momento desplazados del peronismo. En tiempos anteriores habían quedado sin protagonismo y excluidos de la vida gremial, pero luego resurgen, porque habían conservado su puesto de trabajo y aparecen ante los compañeros como aquellos que tienen un conocimiento del activismo y conocían maneras de actuar, de organizarse, de publicar panfletos, etc. Y en ese sentido eran referentes.


Después de la derrota de la huelga de 1959, vos decís que la militancia no cesó, que se siguió manifestando en las comisiones internas y también en paros por reincorporación. ¿Cómo se puede entender este hecho tan rescatable, en medio de una situación de derrota para los trabajadores?

En verdad, se trató de una recuperación de la actividad gremial y de la organización que fue bastante defensiva. Hasta mediados de los `60, el gremio quedó muy golpeado, las reivindicaciones por reincorporaciones siguieron vigentes sobre todo durante el gobierno de Illia (1963-1966)


Vos incluso contás que hubo bancarios reincorporados recién durante el gobierno de Alfonsín (1983-1989)…

Si, si… pero a pesar de todo siguió habiendo un activismo muy vivo, muy activo. De hecho, el zanolismo no puede tomar control del gremio sino hasta muy avanzada la década del ´70, ya con un proceso muy avanzado de represión de los sectores más combativos y de izquierda. Y creo, de hecho, que toda esa capacidad de lucha que siguió presente entre los bancarios explica la gran cantidad de desaparecidos que hubo en el gremio en la última dictadura (1976-1983).


¿Pudiste indagar algo sobre eso?

En realidad, todavía no lo trabajé muy profundamente. Mi idea es escribir una historia de la Asociación Bancaria. O sea, arrancar desde su fundación en 1924 y llegar hasta los `80 o quizás algo más reciente.


Te aseguro que vamos a estar esperando ese libro, Omar… Muchas gracias por tu tiempo.



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La Bancaria - Novela web (capítulo 5)

Esa mañana Ágata se despertó decidida a organizar la información. Frente al capuchino humeante y con un block de hojas sobre su escritorio, se dispuso a ordenar las ideas y los pasos a seguir. Llamaría a la oficina de Legales para interiorizarse de cómo se procedía, le comentaría al gerente quien seguro tendría más experiencia en casos parecidos, armaría un legajo con toda la información que le brindara el sistema y por último, buscaría los datos de la segunda titular, teléfonos y domicilios para poder contactarla.

Buscó con la mirada el taco sobre el escritorio donde el día anterior escribió las anotaciones y para su sorpresa encontró una anotación adicional con una letra confusa pero legible. Su mirada quedo inmóvil, perpleja sobre aquel papel amarillo que le dictaminaba. La sorpresa se convirtió en gracia. La gracia en miedo. El miedo en angustia y por fin en horror. Su cara se fue transformando y miró a su alrededor extrañada. Enfrente suyo Alejandro contaba las monedas de la caja para preparar la apertura, Cándido caminaba y hablaba por el radio a la central de seguridad anunciando “todo en regla”, Nicolás apilaba carpetas en su escritorio como si formara una muralla, todos parecían sumidos en su tarea habitual sin reparar en lo extraño de aquella mañana. Volvió al papel amarillo sobre el taco. Lo releyó en silencio: “Olvidarlo va a ser mejor que encontrarlo. Por tu bien, dejá todo como estaba” ¿Qué quería decir “olvidarlo”? ¿Olvidar a quién o a qué? ¿Por qué iba a ser mejor dejarlo todo como estaba? Sea lo que sea, terminaba la frase de un modo amenazante. Y en tal caso. ¿Cómo sabía el amenazador que ella estaba trabajando en esto, si todavía no se lo había comentado nadie? Recordó inmediatamente la carpeta amarilla del sótano. Salió apresurada a buscarla para no dejar más evidencias. Faltaban dos minutos para la apertura. Nicolás odiaba que desapareciera justo cuando estaban por abrirse las puertas. La miro con desprecio cuando la vio levantarse del escritorio.

Ágata: Ya vengo Nico, son dos minutos, voy a buscar una carpeta que me olvidé.

En eso el malón de gente atravesó la puerta de entrada y ella se mezcló con la multitud que la llevaba por delante. Una persona la frenó para preguntarle algo sobre las cajas y otro que la vio parada aprovecho para preguntar también. La sucursal ya estaba en pleno funcionamiento. Ágata logró se deshacerse de la gente y se apresuró a bajar hacia el subsuelo. En la escalera del segundo subsuelo se topó con Ernesto, a quien no veía desde octubre del año anterior. Ernesto subía las escaleras y le sonreía. Ágata le devolvió la sonrisa.

Ágata: ¡¿Ernesto?! ¿Qué haces acá?
Ernesto: Vine a ver a una de las cajeras, a Maira, viste el problema que tiene…

Ágata lo miró con sorna y recordó porque se habían peleado la última vez. Ernesto era de la gremial, se habían conocido en medio de una manifestación en la que participó sólo porque la sucursal entera estaba allí. Por lo general no le gustaba mezclarse en esos asuntos. Esa tarde Ernesto no se le despegó un segundo. Después de esa tarde, no existía  un día en el que no se vieran. El amor duró dos meses. A Ágata le resultó divertida la idea de salir con un muchacho rudo y gremialista, pero con el pasar de los días se dio cuenta que no era a la única que le resultaba divertido.    
Ernesto la agarró de la cintura para darle un beso en la mejilla y en cuanto la tuvo frente a frente la miró a los ojos.

Ernesto: ¿Y vos? ¿Cómo estás?

Ágata sin poderse resistir a sus profundos ojos verdes, miró hacia el suelo vergonzosa.

Ágata: ¡Bien! Bah… Justo que te veo ahora… Tengo que contarte algo que me acaba de pasar. Pero no te lo puedo decir acá. Además se está llenando de gente y tengo que ir a buscar ya una carpeta. 

Ernesto: ¿Te paso a buscar a la tarde o nos encontramos en algún lado?

Ágata sintió por un momento que aquella cita iba ser una perdición, volver al pasado no era su estilo. Pero rápidamente se le acomodaron las ideas al imaginarse al resguardo de un hombre fuerte que la protegería tras aquella amenaza.

Ágata: OK. A la 5.30 en Le Bar.

Bajó corriendo las escaleras. Abrió la puerta del sótano y otra vez se sintió paralizada al no encontrar rastro de la carpeta amarilla ni de los papeles del día anterior.

En el próximo número... Capítulo VI: “Al trote”




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Editorial # 5

Ante todo, queremos desear felices vacaciones a todos nuestros compañeros y compañeras del Banco. Aunque después de escuchar a Violencia Rivas (personaje de Capusotto) cantar “Llegó el verano”, nos embarga cierta angustia. En especial cuando dice: “Todo un año tenés que trabajar / por quince días chotos de falsa libertad”… Es ahí cuando uno empieza a rezongar diciendo “el mundo está mal hecho”, “hay que cambiar la historia” y otras yerbas. Pero, bueno, en fin… ¡felices vacaciones!

El 2011 terminó a toda orquesta por parte de la dirigencia de nuestro sindicato (la Asociación Bancaria), que vuelve al redil de los acuerdos a espaldas de los trabajadores, como en las mejores épocas del Secretario General “Jeringa de agua destilada”. Ahora bien, a pesar de que Zanola no está en el sindicato, la actual conducción lo está superando en cuanto a entrega de nuestros derechos y agachadas varias. En un acto de total renuncia a la defensa de los trabajadores han avalado que esta Administración nos descuente los días de paro. Y como siempre ocurre cuando se mandan una de estas mamarracheadas escandalosas, no dan la cara.

¿A quién le sirve un sindicalismo así? Una conducción que se dedica casi con exclusividad a sus propios negociados, que vive del descuento compulsivo del 1% de nuestro sueldo… y que aparece por el Banco sólo para cascotear las luchas de los laburantes.

Creemos firmemente que hoy hay que levantar la bandera de la cobertura de todos los puestos de trabajo, del adicional por antigüedad, de la carrera bancaria, de la incorporación de los familiares de nuestros compañeros fallecidos, del respeto a nuestro convenio colectivo de trabajo. Todas reivindicaciones que este directorio, junto con La Bancaria quieren hacernos olvidar a cambio de siete mil pesos.


 A NOSOTROS NOS DA VERGÜENZA… QUE ALGUNOS NO TENGAN VERGÜENZA


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miércoles, 11 de enero de 2012

Tercerizados en discordia, vol. 4

Seguimos con esta sección que busca tomar la voz de nuestros compañeros y compañeras tercerizados. Compañeros que todos los días trabajan a la par nuestra, pero no cuentan con los mismos derechos que nosotros, y se hallan en una situación de mucha mayor debilidad a la hora de luchar por esas reivindicaciones.

Pensamos que escucharlos y difundir sus problemáticas, puede ser un buen primer paso para ir trazando caminos de unidad, de conciencia colectiva y de solidaridad. Para que estos compañeros y compañeras puedan algún día ser reconocidos contractualmente por lo que son, esto es: trabajadores bancarios.

En esta ocasión, entrevistamos a un joven laburante de seguridad. Veamos qué tiene para decirnos.



¿Para que empresa trabajas?

Para una “cooperativa trucha”, Lince Seguridad.

¿Cómo es tu sueldo?

Me pagan mensualmente, pero al ser una “cooperativa trucha” es muy bajo el salario. Además, somos monotributistas. Yo cobro aproximadamente $2600 por mes, pero eso puede variar de acuerdo a la cantidad de horas trabajadas.

¿Como son las condiciones de trabajo? ¿Cuántos días laburás, qué horario cumplís…?

Son 10 horas por día, y si querés hacer una mayor diferencia, podés trabajar sábados y domingo 12 horas. Ahí sumás un poco más de plata, pero no tanta porque te la pagan como hora normal, no como hora extra. Por otra parte, al figurar como monotributistas podemos trabajar cualquier cantidad de horas sin cuidar nuestra salud, cosa que no podríamos hacer de estar en relación de dependencia.

En los bancos, los empleados de planta permanente solemos laburar muchas horas, pero en el caso de los tercerizados esta realidad siempre es más grave. ¿Cómo repercute tu actual trabajo en tu tiempo libre?

Mirá, en todos los años que vengo laburando para la “cooperativa trucha”, mucho tiempo libre no tengo. Vos pensá que de lunes a viernes trabajo 10 horas; y que tengo que trabajar también los fines de semana si quiero ver una diferencia de dinero en mi sueldo. Así que mucho tiempo libre no me queda, en realidad…

¿Como es tu relación con los bancarios de planta permanente?

Bien… yo hace un par de años que trabajo en bancos con la “cooperativa”. Tuve siempre la mejor relación, nunca tuve problemas, más allá de algún compañero con el que hubiera mejor o peor onda desde lo personal.

¿Qué cambiarias de tu trabajo?

Primero que nada, no trabajar tantas horas. Nosotros al ser monotributistas no estamos (en teoría) obligados por la empresa, pero igual laburamos muchísimas horas. Lo tenemos que hacer porque se paga muy poca plata por hora de trabajo, entonces estamos todo el día. Yo tengo 2 hs desde mi casa al banco, así que ida y vuelta son 4 por día. Sumale las 10 que laburo y son 14hs diarias que se me van en el trabajo.
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Notas sobre los delegados de base I: su rol y su importancia

Hace unos años teníamos que elegir un delegado en la sucursal. Empezamos a barajar los nombres de quienes podrían ser elegidos, pero de pronto tuvimos la sorpresa de que ya lo habían “elegido”: el jefe andaba con la planilla juntando firmas, y lo peor es que los compañeros/as firmaban. ¿Por qué fulano? Porque le gusta la política, porque ya fue delegado en otra oportunidad, porque no hay otro que se ofrezca, porque lo conozco de años, etc…

Nadie más quería ser elegido. A muchos les pareció que de nada iba a servir un delegado, no nos iba a solucionar los problemas. O la clásica: “van a discutir y a perder el tiempo”. Así fue como, tal vez sin pensarlo, fulano llenó su orgullo en base al desinterés de los compañeros, desviando la esencia de una herramienta que fue concebida como una forma de organización de los trabajadores para poder hacer frente a las adversidades que aparecen en los ámbitos laborales.

El que calla, otorga. Aunque tu queja individual sea escuchada por todos, sin la participación del conjunto nada se puede llevar a cabo. Para ello hay que hacerse cargo del problema, debatiendo, discutiendo, proponiendo. Pero para expresar nuestra idea, nuestras palabras, necesitamos que alguien la lleve a su destinatario, alguien que nos represente a nosotros, a nuestra manera de entender las cosas. Alguien en quien veamos la vocación de acompañarnos en este terreno, que pueda aclarar nuestras dudas, que pueda ocuparse de los diferentes problemas para poder articularlos en el marco del quehacer grupal, que sea un protagonista en los momentos de conflicto, que su comunicación sea fluida con los distintos compañeros, que lleve nuestra voz y nuestra decisión tal como la expresa el conjunto.

Quizás ninguno de nosotros reunamos todas las condiciones, pero no por ello vamos a ceder el terreno, habrá que seguir trabajando en conjunto para desarrollar respuestas, habrá que ayudar, colaborar y respaldar a nuestro compañero delegado. Que haya sigo  elegido no supone que todo ahora es un tema de él, sino que sigue siendo el nuestro, el de todos, su rol deriva de nuestra confianza, de un mandato que el grupo apoya y orienta en una dirección.

Tener un delegado supone un compromiso, no una formalidad. Es el emergente de una decisión grupal de organizarse y de tener un referente que lleve las resoluciones del conjunto de compañeros. Que pueda plantarse frente a la administración, como también llevar nuestra voz ante nuestros representantes gremiales.

La imposición y la proscripción son las armas de quienes nada tienen que ver con el conjunto de trabajadores, son quienes dividen buscando un beneficio personal o de algún grupo contrario a nuestros intereses colectivos. Votemos libremente delegados de base, nada ni nadie nos lo prohíbe. Caminemos junto a ellos: su camino es el nuestro. No lo abandonemos, su militancia es un aporte fundamental para todas nuestras luchas.
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