Hace apenas unas semanas, se cumplieron diez años de esos días desgarradores para la historia de nuestro país, una tocada de fondo que fue inevitable luego de los procesos que lastimosamente se antecedieron a esta llamada “crisis del 2001”. Si acudimos al diccionario, nos encontramos con que “crisis” significa “mutación importante en el desarrollo de procesos, ya sea en el orden físico, histórico o espiritual”. Ojalá algo de esto haya sucedido, ya que aquel estallido fue el resultado de un modelo económico que empobreció a las mayorías y de un ejercicio de la política que solo favoreció a los intereses de los sectores mas concentrados de poder.
Las medidas tomadas por Domingo Cavallo, en ese entonces ministro de economía, padre de la mentirosa convertibilidad, dieron rienda a días de locura e incertidumbre.
El primer día de aquel mes de diciembre se anuncia el “corralito financiero”, una barrera que el Estado crea para proteger a las patronales bancarias, y por supuesto que la crisis la paguemos los mismos de siempre: nosotros. Los bancos no cumplieron con un pacto establecido, y quienes debían comunicarle a la gente que no podían disponer de su dinero libremente, también éramos nosotros.
Los trabajadores bancarios no solo debimos soportar el corralito: también tuvimos pésimas condiciones de trabajo, horarios extendidos y altos índices de stress y problemas psicológicos.
Pero nada se compara con aquellas personas que perdieron la vida por no poder retirar su dinero de un banco y no poder realizarse una operación, o aquellos 30 y pico de compañeros que dejaron sus vidas ahí en las calles, resultado de la represión violenta que la Policía Federal ejerció luego de que el entonces presidente Fernando De La Rúa decretara el estado de sitio.
Lo hecho por la policía el 20 de diciembre es verdaderamente vergonzoso, hasta intentaron reprimir a las Madres de Plaza de Mayo. Entre los comisarios a cargo del triste operativo encontramos al “Fino” Palacios, aquel que Macri pretendió imponer como Jefe de la Policía Metropolitana.
Sin dudas, entre lo más genuino de aquellos días estuvo en la respuesta popular ante el mensaje presidencial emitido en Cadena Nacional, saliendo masivamente a gritar bien fuerte y claro que “El Estado de Sitio / ¡se lo meten en el culo!”; como también en la creación de las Asambleas Barriales o Populares, y de diversas formas de organización desde abajo que aún perduran y se siguen organizando y participando en la gesta de un verdadero cambio social.
Fueron días de luces y sombras. Y de fuerte inestabilidad política. Primero renuncia el ministro de Economía. Luego el Presidente de la Nación. A continuación, cinco presidentes en una semana. Default y crisis financiera. Y como final, el principio de otro problema: Duhalde presidente.
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